La trayectoria de Gonçalo Medeiros dentro de los valores humanos
es antigua. Todo comenzó en India, a partir de una experiencia
personal. “Estuve en el país algunas veces. Solía ver alumnos de las
clases de Sathya Sai Baba, pero no me despertaban mayor
atención. Hasta que en octubre de 1991 fui a un bebedero público.
Era un día caliente, de sol fuerte y beber agua era una necesidad. Es
costumbre un mismo vaso ser usado por muchas personas, porque
ellas tienen el hábito de derramar agua en la boca sin rozarlo a los
labios. Me sorprendí con un niño. Antes que yo cogiese el vaso, él
se anticipó y me sirvió. Bebí el agua. Él me preguntó si quería más.
Acepté. Y, otra vez, el joven estudiante llenó el vaso y me lo sirvió.
En este momento desperté para la Educación en Valores Humanos,
pues me di cuenta que yo no había aprendido a ser gentil, al menos
en igual intensidad que aquel muchacho había sido conmigo, a
pesar de toda mi graduación en Filosofía”.
Al regresar a Brasil, Gonçalo observó en su país un escenario preocupante. Vivíamos ̶¿o aún vivimos? ̶ el lado opuesto de la práctica de la EVH. En aquella época, inicio de la década de 1990, el gobierno brasileño empezaba un programa nacional de construcción de escuelas. La prensa noticiaba que jóvenes de las favelas serían abrigados en esas unidades: durante el día tendrían clases, prácticas de deportes, asistencia médica, alimentos. Tanto los niños oriundos de comunidades, como los demás, yo me preguntaba siempre: ¿Tendrían ellas una formación adecuada de su personalidad con los valores repasados en el convivio familiar y en la escuela? La prensa noticiaba, sin embargo, una decadencia general de los valores. ¿Si los padres no tuviesen buena formación, cómo pasarían valores positivos a sus hijos? Si los profesores, por su turno, ¿no hubiesen aprendido o practicasen tales valores, cómo los transmitirían a los estudiantes?
Movido por todas esas indagaciones, al inicio de 1992 Gonçalo escribió una carta al Presidente de la República y al Ministro de Educación argumentando que para una buena formación de personalidad de la juventud los jóvenes necesitarían algo más que educación, deporte, alimento y asistencia médica: deberían alimentarse de valores humanos. “Como respuesta, logré como comunicado que la carta sería remetida al MEC. La respuesta fue que este asunto era de responsabilidad de estados y municipios”. Aún en 1992, ocurre la primera exposición sobre el Programa, en la Facultad de Filosofía de Araxá, Minas Gerais. Estaba lanzada la semilla. “En mayo de 1994 estuvimos con el Profesor Murílio Hingel, Ministro de Educación y Deporte. Cambiamos ideas. Salí decidido a difundir el método y así lo hice, estado a estado, municipio a municipio, teniendo como herramientas la presencia en entrevistas con educadores y un vídeo, que muestra una escuela de suceso en Zambia (África).
En aquella altura, la EVH ya se había establecido definitivamente en la vida de Gonçalo, que fundó el Instituto de Educación en Valores Humanos el 4 de abril de 1993, en Río de Janeiro. Y, aparte de toda la concepción teórica y pedagógica, no faltaron razones personales para que el profesor abrazase la causa. “Trabajé en empresas importantes, como el Banco de Brasil y Banco Central. Profesionalmente, ya tuve carrera de suceso. Pero, por supuesto, algo me faltaba. Y eso, de hecho, impedía mi felicidad. En esa época, sufría crisis semanales de jaqueca. ¡Un horror! Había recorrido todas las especialidades médicas. En esa jornada encontré médicos que padecían del mismo desaliento. Me di cuenta de la importancia de la EVH cuando, una mañana, todavía en la cama, sentí una cefalalgia aguda. Al revés de levantarme para tomar medicinas, me quedé quieto, relajando cada parte de mi cuerpo. Y, repentinamente, noté que la cefalalgia había desaparecido. Luego concluí que la causa de mi abatimiento físico era la ausencia de paz emocional y mental. Reví toda mi vida”.
Desde entonces, el Instituto ya ha capacitado más de 35 mil profesores en ciudades de diversos estados brasileños. De Rio Grande do Sul a Pará. De Santa Catarina a Amazonas. Aún hacen parte de esa extensa lista, municipios de Río de Janeiro, Espírito Santo, São Paulo, Minas Gerais, Goiás, Bahia y Pernambuco, además del Distrito Federal. Gonçalo ya habló a millares de educadores, en exposiciones presenciales o transmitidas por internet. Y más que eso: llevó los valores de su propuesta educacional no solo a profesores o directores de escuelas, pero a empresas y órganos de otras esferas, como magistrados de Tribunales de Justicia y del Ministerio Público. “El Programa tiene contenido universal, alcanzando a individuos de todas las creencias en el mundo. La EVH ha sido exhaustivamente experimentada en más de 130 países, con suceso siempre arriba de las expectativas, sea en los colegios o en el servicio público. Por ser una actividad complementaria, su implementación no requiere ninguna mudanza en los currículos oficiales de las redes de enseñanza, ni inversiones por parte de empresas o reparticiones. Basta disposición para aprender y pasar adelante lo que hay de más noble en los sentimientos. Validar todo aquello que, efectivamente, nos hace humanos”, concluyó Gonçalo Medeiros.